Diagnóstico

Por lo general, el agrandamiento del bazo se descubre durante un examen físico. A menudo, tu médico puede sentirlo examinando suavemente la parte izquierda del abdomen. Sin embargo, en el caso de algunas personas, especialmente en aquellas que son delgadas, a veces se puede sentir un bazo de tamaño normal saludable durante el examen.

Para confirmar el diagnóstico del agrandamiento del bazo, tu médico puede indicar estas pruebas:

  • Análisis de sangre, como un hemograma completo para verificar la cantidad de glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas presentes en el sistema y la función hepática
  • Ecografía o tomografía computarizada para ayudar a determinar el tamaño del bazo y si está desplazando otros órganos
  • Resonancia magnética para controlar el flujo sanguíneo a través del bazo

Encontrar la causa

A veces, se necesitan más pruebas para encontrar la causa de un agrandamiento del bazo, incluido una biopsia de médula ósea.

Se puede extraer una muestra de médula ósea sólida en un procedimiento denominado biopsia de médula ósea. O bien, se puede realizar una aspiración de médula ósea, en la que se extrae la parte líquida de la médula. Ambos procedimientos pueden realizarse al mismo tiempo.

Las muestras de médula ósea líquidas y sólidas suelen tomarse de la pelvis. Se introduce una aguja en el hueso a través de una incisión. Antes de la prueba recibirá anestesia general o local para aliviar las molestias.

La biopsia con aguja del bazo es poco frecuente debido al riesgo de sangrado.

El médico puede recomendar una cirugía para extirpar el bazo (esplenectomía) con fines de diagnóstico cuando no hay una causa identificable para el agrandamiento. Lo más frecuente es que se extirpe el bazo a modo de tratamiento. Tras la cirugía para extirparlo, el bazo se examina con microscopio para comprobar si existe un posible linfoma de bazo.

Tratamiento

El tratamiento para el agrandamiento del bazo se enfoca en lo que lo está causando. Por ejemplo, si tienes una infección bacteriana, el tratamiento incluirá antibióticos.

Conducta expectante

Si tienes el bazo agrandado, pero no tienes síntomas y no sabes la causa, tu médico podría sugerir una espera en observación. Acude a tu médico para que te evalúe de nuevo en 6 a 12 meses o antes si desarrollas síntomas.

Cirugía para extraer el bazo

Si un bazo agrandado causa complicaciones graves o no se puede identificar o tratar la causa, la cirugía para extirpar el bazo (esplenectomía) podría ser una opción. En los casos crónicos o críticos, la cirugía puede ofrecer la mayor esperanza de recuperación.

La extirpación electiva del bazo se debe considerar cuidadosamente. Se puede llevar una vida activa sin bazo, pero es más probable que se contraigan infecciones graves o que incluso pongan en riesgo la vida tras la extirpación del bazo.

Disminuir el riesgo de presentar una infección después de la cirugía

Después de la extirpación del bazo, ciertas medidas pueden ayudar a reducir el riesgo de infección, entre ellas:

  • Una serie de vacunas antes y después de la esplenectomía. Entre ellas se encuentran las vacunas contra el neumococo (Pneumovax 23), el meningococo y el Haemophilus influenzae tipo B (Hib), que protegen contra la neumonía, la meningitis y las infecciones de la sangre, los huesos y las articulaciones. Necesitarás, también, la vacuna antineumocócica cada cinco años después de la cirugía.
  • Tomar penicilina u otros antibióticos después de la cirugía y en cualquier momento en que tú o el médico sospechen la posibilidad de una infección.
  • Llamar al médico ante el primer signo de fiebre, que podría indicar una infección.
  • Evitar viajar a partes del mundo donde ciertas enfermedades, como la malaria, son comunes.

Estilo de vida y remedios caseros

Evita los deportes de contacto, como el fútbol, el fútbol americano y el hockey, y limita otras actividades según se recomiende para reducir el riesgo de rotura del bazo.

Es importante que uses el cinturón de seguridad. Si tienes un accidente automovilístico, el cinturón de seguridad te protege el bazo.

Por último, asegúrate de tener la vacunación al día porque el riesgo de infección aumenta. Eso significa, como mínimo, una vacuna anual contra la influenza y un refuerzo contra el tétanos, la difteria y la tos ferina cada 10 años. Pregúntale a tu médico si necesitas otras vacunas.