Infórmate más sobre la cirrosis con la Dra. Sumera Ilyas, hepatóloga especialista en trasplantes.

[Suena música]

Explicación de Mayo Clinic sobre la cirrosis

Dra. Sumera I. Ilyas, hepatóloga especialista en trasplantes, Mayo Clinic: Soy la Dra. Sumera Ilyas, hepatóloga especialista en trasplantes de Mayo Clinic. En este video, hablaremos sobre los conceptos básicos de la cirrosis. ¿Qué es? ¿Quién puede tener esta afección? Cuáles son los síntomas, y cómo se puede diagnosticar y tratar. Ya sea que busques respuestas para ti o para un ser querido, estamos aquí para darte la mejor información disponible.

¿Qué es?

En términos sencillos, la cirrosis es la presencia de cicatrices en el hígado. Cada vez que un órgano se lesiona, intenta repararse por sus propios medios. Cuando esto ocurre, se forma tejido cicatricial. A medida que se forma más tejido cicatricial en el hígado, este tiene más problemas para funcionar. La cirrosis generalmente resulta del daño hepático provocado por afecciones como la hepatitis B o C o el consumo crónico de alcohol. Por lo general, el daño de la cirrosis no puede revertirse. Pero si se descubre temprano, y según cuál sea la causa, hay una probabilidad de retrasar los efectos con el tratamiento. Incluso en los casos más graves, los trasplantes de hígado y los nuevos tratamientos brindan esperanzas para las personas que tienen cirrosis.

¿Quién puede tener esta afección?

Cualquier enfermedad o afección que dañe el hígado puede derivar en cirrosis con el tiempo. Alrededor del 2 % de los estadounidenses adultos tienen enfermedad hepática y, por lo tanto, tienen riesgo de desarrollar cirrosis. Sin embargo, las personas que consumen mucho alcohol, tienen sobrepeso o tienen hepatitis viral corren un mayor riesgo. No todas las personas con estos factores de riesgo presentan cirrosis. Estas son las causas principales de la enfermedad hepática. Una amplia variedad de afecciones y enfermedades también puede provocar cirrosis. Algunas de estas son la inflamación y la formación de cicatrices en los conductos biliares, o colangitis esclerosante primaria; la acumulación de hierro en el cuerpo, o hemocromatosis; la acumulación de cobre en el hígado, una afección poco frecuente llamada enfermedad de Wilson; y la inflamación a causa de que el propio sistema inmunitario del cuerpo daña las células del hígado, lo que se denomina hepatitis autoinmune.

¿Cuáles son los síntomas?

Con frecuencia, la cirrosis no presenta signos ni síntomas hasta que el daño hepático es significativo. Cuando sí se presentan síntomas, al principio pueden ser de fatiga, debilidad y pérdida de peso, náuseas, aparición de sangrado y moretones con facilidad, hinchazón de las piernas, los pies o los tobillos, picazón de la piel, enrojecimiento de las palmas de las manos, y vasos sanguíneos con forma de araña en la piel. En etapas más avanzadas, puede presentarse ictericia, que es cuando la piel o los ojos se ponen amarillos, sangrado gastrointestinal, hinchazón abdominal debido a la acumulación de líquidos y confusión o somnolencia. Asegúrate de hablar con el médico si notas alguno de estos síntomas.

¿Cómo se diagnostica?

Dado que es probable que no haya síntomas durante las primeras etapas de la enfermedad, la cirrosis a menudo se detecta mediante análisis de sangre o revisiones médicas de rutina. Si el médico detecta algo sospechoso, es posible que deban hacerse más análisis de sangre. Estos ayudan a identificar el alcance de la cirrosis al buscar indicios de mal funcionamiento o daño del hígado o al examinar las causas de la cirrosis, como un virus de la hepatitis. Según los resultados, es posible que el médico logre diagnosticar la causa subyacente de la cirrosis. También puede recomendar que se realicen pruebas por imágenes, como una elastografía por resonancia magnética, que busca cicatrices en el hígado, o una resonancia magnética, tomografía computarizada o ecografía del abdomen. Puede ser necesario hacer una biopsia para identificar la gravedad, el alcance y la causa del daño hepático.

¿Cómo se trata?

Si bien el daño provocado por la cirrosis no es reversible, el tratamiento puede retrasar el avance de la enfermedad, aliviar los síntomas y evitar complicaciones. En los casos de cirrosis en etapa temprana, se puede minimizar el daño al hígado al tratar la causa subyacente. Por ejemplo, al tratar la adicción al alcohol, perder peso y tomar medicamentos para tratar la hepatitis viral y otras afecciones se puede limitar el daño al hígado. Cuando el hígado deja de funcionar, el trasplante de órgano puede ser una opción. Durante el trasplante, los cirujanos extirpan el hígado dañado y lo reemplazan por un hígado sano que funciona bien. De hecho, la cirrosis es una de las razones más comunes para los trasplantes de hígado. Tú y el equipo médico deberán analizar si eres un buen candidato mediante una evaluación de trasplante. La cirugía es un procedimiento muy complejo que tiene sus propios riesgos y complicaciones, por lo que debes tomar esta decisión junto con tu familia y tus médicos.

¿Cuáles son los próximos pasos?

Si te preocupan los riesgos de la cirrosis, habla con el médico. Vivir con cirrosis puede ser desafiante, pero con la información, el equipo médico y el tratamiento correctos, puedes sentirte alentado. Los profesionales de la atención médica aprenden cada vez más sobre las afecciones y enfermedades que dañan el hígado. Actualmente, se llevan a cabo estudios para investigar nuevos tratamientos que pueden retrasar e incluso revertir la formación de cicatrices que provoca cirrosis. Para las personas con cirrosis, el futuro es más brillante que nunca. Si quieres informarte más acerca de la cirrosis, mira nuestros otros videos relacionados o visita mayoclinic.org. Te deseamos lo mejor.

[Suena música]

April 15, 2023